domingo, 24 de enero de 2021

Andrés González Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria

«Alguien tiene que estar al lado de los presos solo por amor»

Andrés González Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria

A. DÍAZ
Andrés González ejercía hasta ahora como capellán del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre.

El hasta ahora capellán del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre explica los retos de la Iglesia dentro la cárcel en mitad de la pandemia

MÁLAGA. El trinitario Andrés González acaba de recibir su nombramiento como nuevo Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, área que coordina la acción de la Iglesia de Málaga en los distintos centros penitenciarios de la Diócesis. El hasta ahora capellán del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre explica los retos de la Iglesia en este ámbito en mitad de la pandemia.

–Enhorabuena por este nuevo nombramiento. ¿Cómo lo ha acogido?

–Con sentido de servicio. Creo que debo responder a lo que Jesús quiere, y si mis superiores tanto de la Orden como de la Diócesis así lo han pensado, será que eso es lo que quiere Dios. Lo he acogido con alegría, con normalidad, con sentido de fe y de servicio.

–¿En qué consiste la tarea de la Pastoral Penitenciaria? ¿Qué labor realiza a lo largo del año?

–La Pastoral Penitenciaria es una sección de la Iglesia. La Iglesia es toda pastoral y es también pastoral penitenciaria, como es también caritativa o de enfermos. Nuestra sección se dedica particularmente al cuidado, atención y servicio de los hermanos que están encarcelados, que han perdido su libertad por alguna razón. Sea justa, medio justa o injusta. Son hermanos y hermanas nuestros que, en esa situación, pasan momentos de soledad muy grande, momentos de dolor, de ausencias... y alguien tiene que estar ahí presente. No solamente las instituciones, sino que tiene que haber alguien que esté allí por amor, por servicio, y ahí está la Iglesia. Además, se encarga de las personas del entorno, como las familias que necesitan también de apoyo. Se reduce a dos aspectos: uno de tipo material, por ejemplo, un preso argentino que ha obtenido un permiso de semilibertad y que no tiene familia en España, nosotros nos encargamos de acogerlo; y por otro lado, la parte espiritual. Vamos en nombre de Cristo y ahí se encuentra la parte litúrgica, educativa y formativa dentro de la cárcel.

–¿Cómo está afectando la pandemia a su labor dentro de la cárcel?

–Está afectando mucho, porque prácticamente somos la única institución de la Iglesia que, en lugar de trabajar más por la pandemia, sus voluntarios y voluntarias deben llevar a cabo su labor con más restricciones. Ellos no han podido entrar, solo lo hacemos los sacerdotes: el delegado diocesano que, hasta ahora, era el Padre Antonio Elverfeldt (destinado ahora a Alhucemas), y yo, que era el capellán. Únicamente entraba una voluntaria para ayudarnos a preparar las bolsas de ropa para los más necesitados, que es una labor ingente. Nosotros los sacerdotes nos encargamos de repartirla después, aunque también hay funcionarios e internos que nos ayudan. Los miembros de la pastoral penitenciaria venían los fines de semana y en ese tiempo se hacía la catequesis, la formación, la Eucaristía o la reflexión de la Palabra. Asimismo, se preparaban para recibir los sacramentos, como el bautismo o la comunión «Son hermanos que pasan momentos de soledad muy grande, momentos de dolor, de ausencias...» los que no la habían hecho. Todo esto ha desaparecido por parte del voluntariado. Ahora nosotros, los capellanes, no llegamos casi a nada, para los casi 1.300 reclusos. No obstante, los que ahora no podían venir han seguido trabajando desde fuera, enviando cartas o grabando la misa de Navidad desde nuestra parroquia que luego pusieron varias veces por el canal interno de la cárcel. Este año no se pudo celebrar de forma presencial y nos han permitido hacerlo de esta manera, por lo que estamos muy agradecidos.

–¿Cómo vivieron el día de Reyes? Porque tradicionalmente ha sido un día de bastante trabajo para la Pastoral Penitenciaria... –Este año también ha estado muy limitado. No se ha podido hacer nada en concreto, como cuando los niños venían a ver a sus madres a las prisiones. Entrábamos todos, cada uno con tres o cuatro niños que se agarraban a las piernas y se repartían los regalos de Reyes. Muchas instituciones nos traían juguetes y presentes, pero este año para la Pastoral Penitenciaria no ha sido posible. Ha sido doloroso, si bien creo que los internos han tomado conciencia de la realidad, no solamente en ese tiempo de la Navidad, sino en todo el tiempo de la pandemia. Yo hablo con las autoridades de las cárceles y me dicen que los internos se han comportado excelentemente. Han sido conscientes de que la salud estaba en sus manos, viéndose afectados los vis a vis, las visitas familiares, los contactos, etc... Costó un sacrificio, pero esta cárcel ha sido, de hecho, una de las pocas que no han tenido nada, salvo algún caso esporádico que se ha aislado inmediatamente. Los únicos que podemos traer el virus somos los que entramos desde fuera y, por eso, tenemos mucho cuidado.

–Ha dicho usted sentirse muy agradecido por su encomienda –Claro que sí. Tengo que agradecer primero a la Iglesia, que es la que nos envía a todos, por haberse acordado de mí para servir en lo que sea; y después a mi predecesor que ha realizado una muy buena labor con todo el mundo. Por último, agradecer el trabajo de los voluntarios que, a pesar de las restricciones, no han perdido la ilusión. Nos seguimos reuniendo fuera y manteniendo el contacto.

LOS RECLUSOS

domingo, 17 de enero de 2021

«Alguien tiene que estar al lado de los presos solo por amor»


Fray Andrés González · Autor: A. DÍAZ
Publicado: 12/01/2021: 1065

El trinitario Andrés González acaba de recibir su nombramiento como nuevo Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, delegación que coordina la acción de la Iglesia de Málaga en los distintos centros penitenciarios de nuestra Diócesis. En una entrevista en El Espejo de COPE Málaga el hasta ahora capellán del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre, explica los retos de la delegación en mitad de la pandemia.

Enhorabuena por este nuevo nombramiento, ¿cómo lo ha acogido?

Con sentido de servicio. Creo que debo responder a lo que Jesús quiere, y si mis superiores tanto de la Orden como de la Diócesis, así lo han pensado, será que eso es lo que quiere Dios. Lo he acogido con alegría, con normalidad, con sentido de fe y de servicio.

¿En qué consiste la tarea de la Pastoral Penitenciaria? ¿Qué labor realiza a lo largo del año?

La Pastoral Penitenciaria es una sección de la Iglesia. La Iglesia es toda pastoral y es también pastoral penitenciaria, como es también pastoral caritativa o de enfermos. Nuestra sección se dedica particularmente al cuidado, atención y servicio de los hermanos que están encarcelados, que han perdido su libertad por alguna razón. Sea justa, medio justa o injusta. Son hermanos y hermanas que en, esa situación, pasan momentos de soledad muy grande, momentos de dolor, de ausencias... y alguien tiene que estar ahí presente. No solamente de las instituciones, sino que tiene que haber alguien que esté allí por amor, por servicio, y ahí está la Iglesia. Además, se encarga de las personas del entorno, como las familias que necesitan también de apoyo. Se reduce a dos aspectos: uno de tipo material, por ejemplo, un preso argentino que ha obtenido un permiso de semilibertad y que no tiene familia en España, nosotros nos encargamos de acogerlo; y por otro lado, la parte espiritual. Nosotros vamos en nombre de Cristo y ahí se encuentra la parte litúrgica, educativa y formativa dentro de la cárcel y, a veces también fuera por la pandemia.

¿Cómo está afectando la pandemia a su labor dentro de la cárcel?

A nuestra labor afecta mucho porque, prácticamente, somos la única institución de la Iglesia que, en lugar de trabajar más por la pandemia, sus voluntarios y voluntarias deben llevar a cabo su labor con más restricciones. Los voluntarios no han podido entrar, solo lo hacemos los sacerdotes: el delegado diocesano que, hasta ahora, era el Padre Antonio Elverfeldt (destinado ahora a Alhucemas), y yo, que era el capellán. Únicamente entraba una voluntaria para ayudarnos a preparar las bolsas de ropa para los más necesitados, que es una labor ingente. Nosotros los sacerdotes nos encargamos de repartirla después, aunque también hay funcionarios e internos que nos ayudan. Los voluntarios venían los fines de semana y en ese tiempo se hacía la catequesis, la formación, la Eucaristía o la reflexión de la Palabra. Asimismo, se preparaban para recibir los sacramentos, como el bautismo o la comunión los que no la habían hecho. Todo esto ha desaparecido por parte del voluntariado. Ahora nosotros, los capellanes, no llegamos casi a nada, para los casi 1.300 reclusos. Después, los voluntarios han seguido trabajando desde fuera, enviando cartas o grabando la Misa de Navidad desde nuestra parroquia que luego pusieron varias veces por el canal interno de la cárcel. Este año no se pudo celebrar de forma presencial y nos han permitido hacerlo de esta manera, por lo que estamos muy agradecidos.

¿El Día de Reyes cómo lo vivieron? Porque tradicionalmente también ha sido un día de bastante trabajo para la Pastoral Penitenciaria...

Este año también ha estado muy limitado. No se ha podido hacer nada en concreto, como cuando los niños venían a ver a sus madres a las prisiones. Entrábamos todos, cada uno con tres o cuatro niños que se agarraban a las piernas y se repartían los regalos de Reyes. Muchas instituciones nos traían juguetes y presentes, pero este año para la Pastoral Penitenciaria no ha sido posible. Ha sido doloroso, si bien creo que los internos han tomado conciencia de la realidad, no solamente en este tiempo de la Navidad, sino en todo el tiempo de la pandemia. Yo hablo con las autoridades de las cárceles y me dicen que los internos se han comportado excelentemente. Han sido conscientes de que la salud estaba en sus manos, viéndose afectados los vis a vis, las visitas familiares, los contactos, etc. Costó un sacrificio, pero esta cárcel ha sido, de hecho, una de las pocas que no han tenido nada, salvo algún caso esporádico que se ha aislado inmediatamente. Los únicos que podemos traer el virus somos los que entramos desde fuera y, por eso, tenemos mucho cuidado.

Muchas gracias y mucho ánimo en esa nueva encomienda pastoral.

Muchas gracias a vosotros, primero a la Iglesia, que es la que nos envía a todos, por haberse acordado de mí para servir en lo que sea, y después a mi predecesor que ha realizado una muy buena labor con todo el mundo. Por último, agradecer la labor de los voluntarios que, a pesar de las restricciones no han perdido la ilusión. Nos seguimos reuniendo fuera y manteniendo el contacto.

Antonio Moreno Ruiz

Antonio Moreno Ruiz. Periodista de la diócesis de Mála