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LOS ANDEROS DE LA VIRGEN DE LA CABEZA.
Ser Andero de la Virgen es lo más grande que a una persona, bajo mi punto de vista, amante y devoto de las grandezas de nuestra patrona le puede pasar.
Para mí, es algo único e indescriptible, pero ese
sacrificio de amor que un grupo de hombres y también mujeres hacen año
tras año, ha tenido a lo largo y ancho de los siglos determinadas pautas
marcadas por el devenir de los tiempos, y las distintas concepciones
que de la fiesta grande de la Virgen, la gran Romería de Abril, se han
tenido.
Documentado está, por escritores de la talla de Salcedo
Olid, Pérez de Guzmán y otros, que durante cuánto menos los siglos XVI,
XVII, y gran parte del XVIII, los anderos de la Virgen estaban asignados
a cada una de las cofradías y hermandades que peregrinaban al cerro, ya
que, se daba la circunstancia de que todas tenían el honor de portar a
la imagen de la señora por riguroso orden de antigüedad.
En la
mañana del Domingo, a primera hora y según las cofradías que cada año
hubieran asistido a la Romería, la de Andújar, dividía en tramos iguales
el recorrido procesional, el cual llegaba hasta la “huerta”, es decir,
lo que hoy es actualmente la plaza del poblado del Santuario, para
volverse nuevamente por la calzada hasta el templo. La división se
acentuaba con “cedulas” es decir, una marca generalmente con una cruz e
incluso el nombre de la cofradía u hermandad de turno asistente.
Por lo general, según se desprenden de los estatutos de la cofradía de
Andújar de 1782, “eran ocho u diez u más cofrades” los encargados de
portar las andas. Si alguna cofradía se pasaba de su tramo, se producían
pendencias con su homónima siguiente con lo cual tanto los caballeros
diputados de Andújar como la autoridad competente, tenían serias
dificultades para organizar tanto ímpetu.
Sobre el templete, y
según los años, iban uno o dos clérigos con bordones, (palos) encargados
de proteger a la sagrada imagen de Ntra. Sra. del constante trajín y
arremetimiento con el que pugnaba la gente por hacerse un hueco en los
varales, e incluso, para proteger también a ciegos, tullidos y personas
inválidas que al amparo de la Virgen buscaban un milagro, que al
supuestamente producirse, levantaba el revuelo de los asistentes, y el
pánico del propio “agraciado” ya que, el personal, directamente hacía
jirones los pocos ropajes que el susodicho o susodicha llevara, a modo
de querer conservar una reliquia, de semejante acontecimiento…….como
ven…mentalidades de la época.
Adentrándonos en el siglo XX, y
según los estatutos de la hermandad de Jaén fechados en Marzo de 1931,
en su capítulo 5 dicen sobre ésta temática:
“A la hora de la
Salve, todos los cofrades acompañando a la plana Mayor y ostentando las
insignias, subirán al Santuario a oír la Solemne Salve que en acción de
gracias se dice a nuestra Amantísima Madre”……..siguiendo más adelante……y
ya con respecto a la procesión…….dice……”para llevar procesionalmente a
la Virgen, de no haberlos voluntarios, se designarán dos o cuatro
miembros de la cofradía”.
En ésta época en concreto, habría unas
veinte hermandades filiales, que junto a las de Andújar y Colomera,
peregrinaban y hacían romería de forma regular, por tanto, ateniéndonos a
fotografías antiguas de antes de la guerra civil, y viendo el número
aproximado de anderos que portaban el templete de la Virgen, serían
alrededor de cuarenta y cinco o cincuenta personas, cantidad ingente
para la época. Como dato anecdótico reseñar que el templete en el cual
la Virgen procesionó hasta la Guerra civil data de 1898, era de plata
aposentado sobre un canasto de madera, donado por suscripción popular de
todos sus devotos, semejante al actual que data de 1957, realizado en
la casa Angulo de Lucena, donado por las hermanas Mármol Trigo.
Hasta aquí un breve compendio histórico sobre los Anderos de la Virgen,
personas que en la actualidad son capaces de pasar horas y horas
agarrados a los varales de la Virgen para guardar un sitio y así,
procesionarla en la mañana del último Domingo de Abril. Ciertamente para
mí es todo un privilegio, y algo que como dice ésta sevillana de "El
Mani", de su Álbum “Vente a bailar”, se lleva muy dentro.
Os dejo
con la letra, puesto que al fin y al cabo lo que sentimos unos y otros
tanto a la víspera como en su procesión, es esto……ni más ni
menos….descrito magistralmente por éste cantante de Gines, pueblo
rociero por excelencia. La letra lo dice todo……así siento yo, y así….
sentimos de verdad, los que de verdad nos creemos de Ella……..ANDEROS. Un
abrazo a todos.
VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA.VIVA LA COFRADÍA MATRIZ.
VIVAN TODAS LAS HERMANDADES.
I
Lo que siente un Almonteño
sólo la Virgen lo sabe
es un hondo sentimiento
que no lo comprende nadie.
Es de herencia lo que tengo
fue mi abuelo, fue mi padre
yo también soy costalero
hasta que Dios me lo mande.
II
Lo que siento en mis entrañas
no es el camino ni el Quema.
Es esa voz que me llama
para que salte a por ELLA
Aunque me llamen salvaje
yo soy un hombre distinto
cuando me llega el mensaje
me muevo por mis principios.
III
Como expreso lo que siento
cuando mis hombros la llevan.
Es un regalo del cielo
que no me falten las fuerzas.
Que ELLA me lo ha pedío
la llevaré hasta tu puerta
pa compartirla contigo
espero que tu lo entiendas.
IV
Lo que siente un Almonteño
cuando tiene que dejarla.
Y sufrir un año entero
ese pellizco en el alma
El calendario es eterno
los días se hacen semanas
y su medalla en mi pecho
mantiene viva la llama.
Estribillo.......
Y EN UN CUERPO QUE NO ES MIO
LLEVO MAS DE UNA SEMANA
QUE APENAS COMO NI DUERMO
ESPERANDO SU LLAMADA
PA METERME EN SU COSTERO.
Pablo Mondéjar.
Fotografía: Fragmento del Óleo de Bernardo Asturiano, Museo Mariano del Real Santuario de Sierra Morena. La Romería en el siglo XVII.
Bibliografía:
- Manuel Salcedo Olid. Panegírico historial de Ntra. Sra. de la Cabeza de Sierra Morena, 1677.
- Ntra. Sra. de la Cabeza y sus cofradías. Fray Arturo Curiel. 1995.
- VII Congreso Folclore Andaluz. “Las Romerías como manifestación del sentir popular”. ACOFA. Jaén 2000.
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