Éxtasis romero en el Cabezo
La
Virgen de la Cabeza brilló con luz propia en el cerro. Después de dos
años de frío, viento, agua y hasta nieve, La Morenita sumió en un estado
de éxtasis a las miles de personas que, llegadas desde todos los puntos
de España, se dieron cita en el Cabezo. Una lluvia de pétalos de rosas
recibió a la Reina de Sierra Morena nada más abandonar la basílica
santuario para abrazarse a sus peregrinos ávidos por vitorearla,
quererla y demostrarle, un año más, que “ella es la única”.
Pasadas
las doce y media del mediodía, las sesenta y nueve hermandades y cuatro
procofradías abrían paso entre la multitud. Los trinitarios Francisco
Ferrer y Antonio Torres, subidos en las andas, fueron la extensión del
pueblo y la Virgen durante las cuatro horas que duró el recorrido por
las abarrotadas calzadas del cerro. Como suspendidos en el aire y con un
rostro de felicidad imposible de describir, los hermanos tomaban
objetos, bebés, ropa y hasta un hombre en silla de ruedas para que la
Madre de Dios intercediera por ellos y los protejiera con su manto de
esperanza. “Esto es mágico. Llevo toda mi vida viniendo a la romería y
cada año es diferente. La emoción me embarga hasta tal punto de que en
cualquier momento me pongo a llorar como un crío”, trataba de resumir
Juan Manuel Carmona con un nudo en la garganta. Juani Solís, de la peña
“Por ti Morenita ¡ya vamos tarde!”, de Marmolejo, besaba una y otra vez
la medalla de la Virgen de la Cabeza que heredó de su padre, y este del
suyo. “Han pasado cien años y siempre va conmigo”, afirmó una emocionada
Juani que no quitaba ojo a la Madre de Dios.
Revestida con un manto bordado en oro —elegido por la hermana mayor, Araceli González, por “el sentimiento que tiene para el pueblo de Andújar”, pues lo estrenó con motivo del centenerio de la coronación canónica—, la imagen de la Virgen de la Cabeza, “pequeñita y morenita lo mismo que una aceituna”, como dice la canción popular, avanzaba entre la muchedumbre entre olés, vivas y muestras de cariño de todo tipo, como las de Paqui y Antonio, vecinos de Motril (Granada) que hicieron el camino en moto para rogar a la patrona de la Diócesis de Jaén “mucha salud y felicidad” ante su inminente enlace matrimonial.
Las cofradías vistieron sus mejores galas en una mañana espléndida de primavera. Las hermandades de Valencia, Murcia, Málaga y Ciudad Real, entre otras, realizaron el recorrido ataviadas con sus trajes tradicionales. El sonido de las bandas de tambores y cornetas, de Granada y Córdoba, retumbaba en cada rincón del cerro. El cortejo dejó momentos inolvidables que se quedaron grabados en la memoria de los peregrinos, como el tradicional recibimiento en la plaza. Sin embargo, en las casas de las cofradías de Huelva, Martos y la matriz de Andújar esos instantes alcanzaron su cota máxima. Las dos primeras por la bendición de las instalaciones y la tercera, porque la Reina de Sierra Morena en el camino de regreso a la ermita entró hasta el porche de la casa en una maniobra de los anderos que todavía mucha gente no se explica. Era la manera de devolverle el amor a sus peregrinos.
Los romeros, con rostros cansados y emocionados, veneraron a la patrona de Andújar, no paraban de lanzarle besos y pétalos de flores en un espectacular recibimiento. Entre vivas, palmas y lágrimas los romeros se despidieron de la Virgen de la Cabeza, cada uno a su manera pero todos con la misma emoción.
Revestida con un manto bordado en oro —elegido por la hermana mayor, Araceli González, por “el sentimiento que tiene para el pueblo de Andújar”, pues lo estrenó con motivo del centenerio de la coronación canónica—, la imagen de la Virgen de la Cabeza, “pequeñita y morenita lo mismo que una aceituna”, como dice la canción popular, avanzaba entre la muchedumbre entre olés, vivas y muestras de cariño de todo tipo, como las de Paqui y Antonio, vecinos de Motril (Granada) que hicieron el camino en moto para rogar a la patrona de la Diócesis de Jaén “mucha salud y felicidad” ante su inminente enlace matrimonial.
Las cofradías vistieron sus mejores galas en una mañana espléndida de primavera. Las hermandades de Valencia, Murcia, Málaga y Ciudad Real, entre otras, realizaron el recorrido ataviadas con sus trajes tradicionales. El sonido de las bandas de tambores y cornetas, de Granada y Córdoba, retumbaba en cada rincón del cerro. El cortejo dejó momentos inolvidables que se quedaron grabados en la memoria de los peregrinos, como el tradicional recibimiento en la plaza. Sin embargo, en las casas de las cofradías de Huelva, Martos y la matriz de Andújar esos instantes alcanzaron su cota máxima. Las dos primeras por la bendición de las instalaciones y la tercera, porque la Reina de Sierra Morena en el camino de regreso a la ermita entró hasta el porche de la casa en una maniobra de los anderos que todavía mucha gente no se explica. Era la manera de devolverle el amor a sus peregrinos.
Los romeros, con rostros cansados y emocionados, veneraron a la patrona de Andújar, no paraban de lanzarle besos y pétalos de flores en un espectacular recibimiento. Entre vivas, palmas y lágrimas los romeros se despidieron de la Virgen de la Cabeza, cada uno a su manera pero todos con la misma emoción.
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