Alfredo Ybarra
Se
están haciendo balances de la Romería de todo tipo, en principio es lo normal. Ya
dice el refranero aquello de que “cada
cual cuenta la feria según le va en ella”. Partidos, instituciones, peñas y
cofradía están estos días haciendo igualmente
su particular recuento romero. Hay que decir que hay cosas buenas, que
las ha habido de distinto tipo. Por ejemplo parece que el colectivo de peñas a
través de su Federación ha manifestado el gran acierto del nuevo camino
de carretas "que además de precioso ha supuesto toda una mejora, tanto en
la subida al Cerro, como en la bajada hacia Andújar". La Romería en su
esencia, en su candeal manantial siempre apunta en positivo porque en el fondo
es un encuentro, particular de cada romero, aunque vayamos en grupos de
distinta denominación, con un fragor de amor que nos devuelve la mirada íntima
y trascendente. Por ello, siempre va a haber un vaso bastante lleno, tras la
subida-peregrinación al Cabezo. Es una realización personal para el que va a lo
que al fondo de la Romería, que nos regenera de mil modos, que nos acerca
armonías. Eso es lo fundamental. Luego, lo que les comento, ha habido momentos
bellos y grandes. Incluso cofradías, peñas y grupos viven momentos a los que le dan, desde los preludios al epílogo, pasando por
distintos momentos en el Cerro, un fulgor que apiña vivencias maravillosas. Las
instituciones protagonistas también han
tenido sus aciertos. Pero dicho esto sí que es cierto que hemos vivido una
romería ajetreada, con una asistencia paupérrima, aunque se haya lanzado la
cifra mágica, que este año no ha ayudado mucho, vista la evidencia. He podido
compartir momentos con distintas personas de medios informativos, del operativo
del cerro, con asentada contemplación del evento, personas a las que les doy crédito, por su
posición y conocimiento, además de un sentido común no embebido por la pasión,
y, bueno, siendo suave, hay que decir que esas apreciaciones apuntan a que hay
un marco, unas líneas maestras, una parte del guión, que hay que reconducir. Es
fundamental un rumbo más hondo, con más anuencias, con menos ofuscaciones en
ciertas cosas, y con una perspectiva de la Romería y de su contexto que hay que
hacer con tiento, sopesando, y a la par con una mirada menos localista, no
digo local, más grande y universal. Hay que apostar por cargas de profundidad,
tanto en Andújar, como en el desarrollo mismo de la romería, en contenidos,
infraestructuras, perspectivas consensuadas y focalizadas en puntos de inflexión,…
¿Cómo vamos a pretender un reconocimiento maravilloso si nos encerramos en
ciertas pautas bastante parciales? Podemos seguir echando balones fuera,
apuntando al otro, o al mensajero, o al que intenta contemplar las cosas con
ponderación y proyección auténtica. Seguramente se va a hacer eso. Pero si se
quiere nuestro crecimiento medular, que nos proyecte con sólido caudal, al
menos debemos ponernos las gafas.
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