lunes, 19 de abril de 2010

Inmaculada Cáliz pronuncia un brillante pregón para La Morenita


JAÉN



José Expósito / Andújar
La jerezana Inmaculada Cáliz ofreció un pregón lírico por el que los presentes la aclamaron. El acto, cargado de composiciones poéticas, sentimientos y religiosidad, giró en torno a un ángel que tenía como misión repartir los pétalos de la Rosa de Oro.

El teatro Principal acogió, ayer, el pregón de la Romería en honor de la Virgen de la Cabeza. Corrió a cargo de Inmaculada Cáliz González, cuya presentación correspondió a Mario Moraga. En el solemne acto se dieron cita las autoridades civiles y eclesiásticas, así como una amplia representación del mundo mariano.
Inmaculada Cáliz ofreció un pregón lírico en el que primó el verso sobre la prosa. Enalteció cuanto evoca la devoción a María Santísima de la Cabeza y a su tradicional Romería, hasta hacer que los presentes revivieran el camino y toda la fe que supone, a través de sus poemas sentidos y plenos de belleza. En otros hizo referencia a algunos de los momentos más significativos de la peregrinación más antigua de España. La jerezana, con su agudeza intelectual y espiritual, invitó a los asistentes a disfrutar, un año más, de la grandeza de la gran fiesta mariana. También hizo un llamamiento especial a la “unión” de todos los que veneran a La Morenita. Es un mensaje que, de modo sutil, transmitió al auditorio con desparpajo.
El pregón de la Romería de este año se centró, principalmente, en la entrega de la Rosa de Oro, concedida por el Papa. Cáliz habló de cómo un ángel regala sus pétalos mientras avanza por el camino viejo o de herradura hasta llegar al cerro del Cabezo. Cada fragmento de la flor tiene un significado. Se trata del pétalo del amor de su cofradía, el del cariño de las peñas y el de los distintos itinerarios. En el arroyo El Gallo se entrega el del “bautismo romero”. Rindió un homenaje a los peregrinos de siempre, con el “pétalo del recuerdo romero”. Al final dio a conocer que el emisario divino era el desaparecido padre Jesús Fernández de la Puebla, para el que pidió el galardón Romero de Oro. De él dijo: “Eres el candil que iluminó mi alma, eres el ángel de mi vida”.

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