Una vez más celebramos estas entrañables Fiestas de Navidad, en las que la Luz de Dios ilumina nuestros corazones y su Amor nos llena de esperaza.
Acaba de cumplirse mi primer año entre vosotros en tierras malacitanas. Quiero agradeceros la amable acogida que me habéis deparado, la sincera colaboración y el afecto, tantas veces demostrado. Me habéis hecho sentir en casa desde el primer momento. Estoy muy contento de que el Señor me haya traído a esta hermosa tierra, para acompañaros en el camino de la fe y en el seguimiento de Jesús, que quiso hacerse hombre y vivir como uno de nosotros.
El profeta Isaías, de forma clarividente, anunció seiscientos años antes lo que se cumpliría en tiempos de Jesús de Nazaret. El Hijo de Dios ha sido, como dijo este profeta, luz de las gentes, camino único de salvación para toda la humanidad.
Muchos hombres siguen caminando en tinieblas, a pesar del progreso técnico; se trata de las tinieblas del espíritu; de la falta de amor, del abuso y manipulación del más débil. El Señor viene a rescatarnos de las tinieblas del pecado, de las cadenas de nuestros egoísmos, de la oscuridad de nuestra mente, ofuscada por nuestro endiosamiento y por el placer efímero.
A causa de la crisis económica, en estos momentos difíciles, se han incrementado las familias necesitadas de los recursos básicos. Pero, desde el amor de Dios, que nos lleva a amar a todos los hombres como hermanos, se ha dado una generosa respuesta.
Quiero agradecer todo el esfuerzo social y caritativo, que han realizado y siguen llevando a cabo, con mayor intensidad en estas Fiestas Navideñas, las comunidades cristianas parroquiales, las congregaciones religiosas, las Hermandades y Cofradías, los movimientos eclesiales, y todas las personas de buena voluntad, que, en nombre de Dios, han salido al encuentro del hermano necesitado.
Tal como lo celebramos en Navidad, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, vino hace más de dos mil años a convivir con los hombres y nos enseñó a ser hermanos, como Él lo había vivido en su propia persona, entregando su vida por todos los hombres.
Estas fiestas navideñas nos pueden ayudar a redescubrir el sentido de la familia, a recuperar el gozo de encontrarnos, a vivir más profundamente el amor a los demás, sobre todo a los menesterosos y a los más necesitados de afecto.
Os deseo a todos unas Felices Fiestas de Navidad.
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