"Seguirle llena el corazón de alegría y san sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente", afirmó este domingo.
Sus palabras resonaron a mediodía en el patio de la residencia de Castel Gandolfo con motivo del Ángelus en el semanal encuentro con los peregrinos.
En su acostumbrada alocución reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de la liturgia de ese día en el que Jesús, al presentarse como "el pan vivo, bajado del cielo", escandaliza no sólo a los curiosos que le escuchaban, sino incluso a sus mismos discípulos.
"Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?", afirman algunos de los que hasta entonces le seguían, antes de abandonarle.
"Esta pregunta provocadora no se dirige sólo a los que entonces escuchaban sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas", aseguró el pontífice.
"También hoy muchos se 'escandalizan' ante la paradoja de la fe cristiana. La enseñanza de Jesús parece 'dura', demasiado difícil de acoger y de practicar", añadió.
Entonces, aseguró, "hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de 'adaptar' su palabra a las modas desvirtuando su sentido y valor".
Según el obispo de Roma, "esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal".
Jesús, dijo, "no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le basta una primera adhesión entusiasta; es necesario, por el contrario, participar durante toda la vida en 'su pensar y querer'".
"¿También vosotros queréis marcharos?". A la preguntad de Jesús, Pedro responde en nombre de los apóstoles: "Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (versículos 68-69).
El Papa propuso a los creyentes responder a Jesús como lo hizo el apóstol Pedro: "Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna".
E invitó a pronunciar esta respuesta "conscientes ciertamente de nuestra fragilidad humana, pero confiando en la potencia del Espíritu Santo, que se expresa y se manifiesta en la comunión con Jesús".
"La fe es don de Dios al hombre y es, al mismo tiempo, entrega libre y total del hombre a Dios; la fe es dócil escucha de la Palabra del Señor, que es 'lámpara' para nuestros pasos y 'luz' en nuestro camino".
"Si abrimos con confianza el corazón a Cristo, si nos dejamos conquistar por Él", afirmó, es posible experimentar una de las meditaciones del santo cura de Ars, el sacerdote francés fallecido hace 150 años, en honor de quien se celebra el Año Sacerdotal: "nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que Él nos ama".
No hay comentarios:
Publicar un comentario