06.10.08 -
ANTONIO FUENTES
Es un fin de semana especial, único. La llegada del otoño, la carretera serpenteada, los carteles amarillos a la entrada y su imponente castillo rezumando mil olores. Todo está preparado. La localidad malagueña de Teba vivió este fin de semana la feria alimentaria más esperada de la comarca durante todo el año.
La cita se ha convertido ya en un acontecimiento y su gran organización atrae cada año a más visitantes y productores, con una cifra total el fin de semana de más de 10.000 personas. Desde primera hora del sábado, todo era diferente en el centro de uno de los últimos feudos comunistas que quedan en el mundo. La calle San Francisco se convirtió en un original mercado con un producto como protagonista: el queso. Cabras, ovejas y vacas pusieron la materia prima necesaria para que Teba supiera y oliera de forma original estos días.
Los datos hablan por sí sólos. Unos 70 stands empresariales instalados, con la presencia de unas 50 productoras, la mayoría queserías, aunque también han acudido vendedores de embutidos y repostería típica de la comarca. El mercado de compra y venta fue sólo uno de los atractivos de esta feria, que también contó con una jornada técnica para profesionales y un variado programa de actividades como complemento lúdico y turístico. Así, se llevaron a cabo visitas guiadas al Castillo de la Estrella de Teba, al Museo Arqueológico Municipal y a la iglesia de la Santa Cruz Real. Para las visitas colaboran como guías miembros de la Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico, Hisn Atiba.
Queso de vaca
Entre los vendedores se podían encontrar variedades de quesos de origen muy lejano. Es el caso de José Luis Órfila, que se trasladó desde Menorca a Teba sólo para dar a conocer su queso de Mahón en el sur de España. «Nos invitaron a venir y no me lo pensé. Vale la pena estar en estos foros para hacer contactos y aprender de otros productores». En el stand de este empresario, que era el único que ofrecía queso de vaca en la feria, se podían adquirir variedades de semicurado, curado y añejos, de entre dos y doce meses de curación.
El gran triunfador del evento fue Carlos Ríos, que presentó el mejor queso de cabra y de mezcla de todos los asistentes. Este productor de Villaluenga del Rosario (Cádiz) tiene claro el secreto del éxito: «La cabra payoyo, que es única de Grazalema, producir a una altitud de 900 metros, una alimentación totalmente natural y, sobre todo, amor y paz», comenta.
A pesar de lo que pueda parecer, el motivo que mueve a los empresarios a acudir a esta cita no es económico. «Venimos aquí porque es la mejor manera de dar a conocer nuestros productos ya que, lo normal, es que no tengamos medios para hacer publicidad», comentaban varios de ellos.
Y entre queso y queso, entre miles de degustaciones, también hubo un hueco para la gastronomía típica de la zona. La Hermandad de Nuestra Señora de la Cabeza, de Teba, aprovechó la ocasión para conseguir fondos para poder adquirir una carreta. «Nos hacen faltan unos 18.000 euros y lo tenemos que conseguir con mucho trabajo», explicó Pepi Torres, una de las hermanas. En su stand se podían comprar todo tipo de dulces caseros producidos por ellas mismas con la materia prima que cedieron las hermanas de más edad. «Todo lo que conseguimos es beneficio porque no tenemos apenas gastos. Si la Virgen nos da salud, esperamos estar por aquí los próximos años», dijo Pepi.
La feria fue organizada por el Grupo de Acción Local Guadalteba y el Ayuntamiento de Teba, financiada por los Fondos del Programa de Desarrollo Rural Proder-A para el Guadalteba,
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