ALFREDO YBARRA
El objetivo de la Educación es desarrollar en las personas las capacidades necesarias para su integración activa en la sociedad, este objetivo se consigue a través del aprendizaje que tiene lugar en la continua interacción con el medio y se alcanza cuando un conocimiento nuevo se integra en los esquemas de conocimientos previos, modificándolos a veces, y que van paralelamente unidos a unos valores como otro aspecto educativo más, pero esta importante tarea debe ser compartida entre la familia, el colegio y el entorno social. Sin embargo, esta interrelación no se da y hay muchos problemas para unir estos tres que convergen en los alumnos y en su formación integral. Somos muchos los que estamos convencidos de que la Educación es el motor de cambio de todos los proyectos sociales; por eso los alumnos deben de interiorizar valores cívicos básicos en una convivencia democrática asentada en los principales valores humanos universales. Aunque en Andalucía hemos avanzado en muchas cuestiones y gran parte de los niveles de avance de esta tierra se debe al trabajo en educación, sí es cierto que hemos decaído en ciertos empeños prioritarios para mantener unos niveles en una educación necesariamente de altura. Ahora la Consejería de Educación ha llegado a una serie de pactos con los sindicatos mayoritarios para buscar elevar el nivel de la enseñanza en Andalucía. Entre estos acuerdos hay uno que llama especialmente la atención, y es que a los profesores se les va a pagar un plus de siete mil euros distribuidos en cuatro años si alcanzan unos objetivos, aún no clarificados, y mejoran el rendimiento de los alumnos. Es evidente que hay que esperar a que se especifiquen dichos objetivos para opinar con mayor conocimiento de causa, ya sí es cierto que se pueden decir algunas cosas. Lo primero es que esta medida parece olvidar que el rendimiento de los alumnos no depende exclusivamente del esfuerzo realizado por sus profesores, sino también de algunos otros factores, el principal de los cuales es la mayor o menor voluntad del propio alumno a la hora de aprender, como viene a decir al respecto la Asociación de Profesores de Instituto e Andalucía. Y resulta que esa voluntad está marcada por muchas situaciones externas y una sociedad y unos medios audiovisuales que pretenden dirigirse a un determinado público de edades juveniles y con mensajes tal vez no de acuerdo a buscar una voluntad paciente para conseguir logros educativos. También esa voluntad de los alumnos tiende a incrementarse cuando pueden elegir ante varios caminos académicos el que crea o entienda más cercano a sus conceptos y proyección ante la vida. Pero en la Logse esto no se daba claramente y ahora en la LEA lo presenta dentro de los caminos llamados 'comprensivos' o de vía única.Otra cosa que todo educador entiende como fundamental para amparar un mayor rendimiento escolar es la creación de climas armónicos en el aula y en el centro escolar, que exista un ámbito con mayoritarios momentos de orden, de silencio, imprescindibles para la concentración, para la comprensión, para la lectura y el estudio; y eso por distintos motivos no se da hoy en día y no se aclara con medidas de verdad definitorias en el nuevo decreto de convivencia. Además, los inconvenientes, en muchos momentos graves, que en este apartado hay, tienen motivos que precisamente no nacen en sí en el devenir de la educación, sino que se sitúan en las condiciones de vida, en el ámbito general de los valores sociales, en el desarrollo e la convivencia de las familias, en lo que anteponemos los humanos hoy en nuestra realidad, en la relación de horarios laboral y familiar, . También la ley no aclara, y debe de hacerlo de algún modo, la necesidad de un aumento de la exigencia académica, que está demostrado que correctamente llevada produce mejores resultados, y hoy está en unos niveles muy bajos, tal vez paupérrimos en ciertos núcleos esenciales. Ahí tenemos lo que nos dice el último informe PISA y los resultados de las pruebas de diagnóstico de estos dos últimos años. Además no hay que ser un gran estudioso del tema para apreciar que los jóvenes no tienen 'fondo de armario' en una necesaria cultura general, que no leen comprensivamente a niveles aceptables, que les falta conceptualización matemática abstracta, que les cuesta expresarse medianamente bien y que, entre otras cosas más, les falta lectura literaria y ganas de aprender por el simple hecho de aprender.El presidente de la Asociación de Profesores de Instituto también alzaba la voz hace unos días acerca de la pregunta de cómo se va a medir el aumento del rendimiento de los alumnos, porque si se va a cuantificar por el número de aprobados, sin ninguna comprobación de otro modo de cuanto se ha aprendido y de si se están modificando valores y unos condicionantes humanistas para poder llegar a ciudadanos de auténtica valía, se estará poniendo a cada profesor en la tesitura de aprobar a más alumnos injustificadamente o perder esos siete mil euros anunciados. Y es que por política, por creer que es demérito un resultado bajo, o por distintas razones más, hemos sido muy dados a disfrazar las realidades y los auténticos resultados que debiéramos manejar; en vez de arbitrar medidas eficaces para provocar un significativo cambio sustancial. Sin embargo, todo parece indicar que la Junta de Andalucía, tiene ganas y voluntad, quiere llegar hondo en el tema de mejorar la enseñanza en nuestra tierra, y la LEA contiene buenos principios y empeños para este fin -que habrá que enriquecer-. Pero hay muchos handicaps que sortear, unos, propios de nuestra tierra, otros, más amplios. Y creo, que Andalucía está en un momento propicio para dar esa vuelta de tuerca de crear un plan interconsejerías, que afecte a todos los ámbitos y contando con los medios de comunicación, para ir depositando en los andaluces unos sentires, unos deseos, unos anhelos, unas motivaciones y unos intereses, más formativos y culturales, más ilustrados. Una movilización general para una catarsis colectiva ¿Por qué no?