Nuestra Señora y la mar
La imagen perchelera volvió a atraer a miles de malagueños en una jornada muy carmelita. Los buzos volvieron a compartir su devoción a la Virgen submarina
I. A. CASTILLO / M. FERRARY. MÁLAGA
La Opinión de Málaga
El mar estuvo presente en los orígenes de la humanidad. En la Antigua Grecia con sus dioses clásicos, en el Génesis bíblico, en la literatura... Por el mar se transmitió cultura y conocimiento. El mar sirvió de canal de intercambio comercial. En alta mar se libraron batallas que cambiaron el devenir de la Historia. Un mar que tiene en sus gentes su devoción predilecta en la Virgen del Carmen.Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con la Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Aunque es temprano, cientos de malagueños despiertan un domingo del mes de julio en rosario de la aurora tras un carmelita escapulario desde El Perchel. A las ocho de la mañana salía la imagen de Nuestra Señora Coronada desde su iglesia en dirección a la Catedral. Y a su alrededor, el fervor concentrado e intenso, que se escapa a borbotones, desde que la imagen se asoma por el dintel y las campanas suenan en la espadaña. Eso fue el inicio de un día teñido con el color marrón carmelita. Nada más llegar a la Catedral, el obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto, celebró una solemne misa pontifical ante la presencia de numerosos devotos del Carmen y en presencia de la magnífica imagen de la Reina del Mar. Tras la misa, comenzó el traslado al Puerto, anunciado por cohetes en el cielo malagueño. Allí, junto al mar, junto a su mar, quedó la mayor parte del día expuesta a la devoción. A las 18.30 horas llegó el momento de bendecir el mar en su procesión marítima. En tierra, miles de malagueños esperaban impacientes la procesión terrestre. Sobre las ocho, en su trono de plata con nardos y rosas blancas, la Virgen del Carmen Coronada regresó a Málaga, a El Perchel, acompañada de una multitud y con los sones de la Banda de la Expiración. Con `Rocío´ entró en la Alameda y con el canto de la `Salve Marinera´ hizo una estación frente a la iglesia de Stella Maris, donde le esperaban los frailes carmelitas, que le hicieron una ofrenda floral y una representación de la Virgen del Mar, de Nuevo San Andrés. La calle Ancha del Carmen recibió a su Reina como se merece. Colgaduras con la bandera carmelita, de la bandera vaticana y española. Cohetes y adorno floral en el puente de la Misericordia a base de margaritas `spider´ blancas y amarillas.Submarinistas. Los submarinistas malagueños son los únicos privilegiados que pueden rendir culto a la Virgen del Carmen, que durante todo el año se sitúa en una hornacina subacuática en el Roqueo del Perro, a unos diez metros de profundidad. Ayer, compartieron un año más su devoción con quienes nunca han utilizado aletas o escafandras. En una playa de La Malagueta aún vacía, se produjo el embarque. Ya se intuía la emoción de la mañana renovada. La mar estaba buena. El poniente del día anterior había remitido. A las once, y rodeada por una treintena de buzos que entrelazaban sus manos, emergía la pequeña imagen en bronce. Vítores, palmas, sirenas y muchas lágrimas de alegría incontenida. Un año más la Señora se hacía a la luz de Málaga después de un largo año sumergida en tan particular como inmenso templo, donde el tiempo se hace abismo.La Málaga mariana tiene incluso devociones por debajo del nivel del mar, como avanzadilla de sentimiento carmelita en las coordenadas de Alborán. La Virgen salió del agua con escaramujos naturales incrustados en su manto y con varias medallas en su pecho, para ser bendecidas en el propio barco.En el rebajale la esperaban cientos de personas, entre ellos el alcalde, Francisco de la Torre, que acompañó la procesión hasta San Gabriel, donde se celebró una misa.
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